UN NUEVO RUMBO A LA ENERGÍA

El actual contexto político nacional requiere el replanteo de distintos temas de gestión y de orientación,  entre los cuales está la decisión de fijarle un rumbo claro, preciso y simple al sector energético, jerarquizando su lugar institucional de acuerdo con su importancia real en el funcionamiento de la economía.

Como grupo político-técnico del movimiento nacional, proponemos una visión de desarrollo del sector desde esa perspectiva de reorientación, sin desatender los aspectos puntuales que se requieren en cada aspecto particular, pero priorizando los objetivos políticos de su inserción en un plan general de país.

Desde esa cosmovisión creemos necesario delinear objetivos concretos de corto y mediano plazo, realizables, posibles, aunque insertos y como parte de un planeamiento a ser consensuado en el tiempo con todas las fuerzas nacionales de la política argentina.

Se hallan actualmente en análisis y debate dos formas de encarar ese desarrollo energético para el corto plazo, con la visión del largo siempre presente: 1) Por un lado, acuciados por resolver el tema esencial de la deuda externa, se promueve la exportación de recursos naturales energéticos como forma de obtener divisas, teniendo en cuenta las importantes riquezas de esas fuentes en nuestro territorio. 2) Desde otra perspectiva, una tendencia creciente plantea el aprovechamiento de aquellas riquezas como una palanca para el autoabastecimiento energético, bajando sus costos para el conjunto de la economía, y al mismo tiempo desarrollando tecnología nacional y fortalecimiento de la industria de producción energética vinculada, garantizando así un suministro sustentable para el consumo interno.

Ambas alternativas presentan fundamentos válidos y merecen encontrar puntos de entendimiento que no se excluyan entre sí, ya que es posible potenciar los aspectos positivos de ambas y desechar los negativos. Lo cual exige un gran esfuerzo político, firmeza ante los embates de los intereses en juego, especialmente respecto de la primera tendencia, e inteligencia para una tarea ardua y compleja que le dé consistencia y sustentabilidad a la segunda tendencia, que proponemos.

Para lo cual consideramos esencial tener presentes y acordar sobre algunos principios generales al respecto: a) la energía es un insumo central y esencial del desarrollo económico, de su despegue, por lo cual su disponibilidad y accesibilidad a un costo sustentable es fundamental; b) el aprovechamiento de los recursos naturales energéticos debe ser decidido por el conjunto del país, por su carácter estratégico, con la coordinación del Gobierno Nacional, respetando siempre los derechos y las autonomías provinciales en el marco de la Constitución Nacional; c) en la tarea de darle un rumbo claro al sector, todas las formas de organización para la producción son válidas: el sector privado, el sector empresario público, nacional y provincial, el cooperativismo, y cualquier otro modo que implique fórmulas mixtas de todos ellos. Son alternativas necesarias, bajo el protagonismo del Estado, a través entre otras cosas de  su promoción, regulación y cuidado ambiental.

Acordados estos principios, el IESO propugna un programa concreto de ordenamiento de prioridades en las inversiones en el sector más convenientes para el país, sin desatender paralelamente un planeamiento  que cuente con escenarios para el largo plazo, y el debate consiguiente teniendo en cuenta la abundante producción académica al respecto.

Al elaborar ese programa tenemos presente las tendencias generales, tanto locales como globales con relación al futuro de las fuentes energéticas, que son requeridas en la actualidad, con fundamento en el necesario cuidado del ambiente, y en los compromisos consiguientes asumidos por el país. Al respecto, en la así llamada “transición energética” proponemos integrar esas necesidades con la protección actual de los derechos a una energía accesible y sustentable para toda la población y el desarrollo autónomo de nuestra economía. Combinar ambos aspectos es otro desafío similar al anterior sobre cómo tratar a nuestros recursos naturales. En efecto, la transición hacia energías limpias, necesaria y que es parte de nuestro análisis del futuro de la matriz energética, no puede enervar la explotación transitoria de los hidrocarburos que es hoy la mayor fuente energética argentina, así como los aprovechamientos hidroeléctricos posibles y un desarrollo nuclear que potencie los recursos tecnológicos nacionales. La cuestión radica en el modo y en las características que le imprimamos a esa transición.

Por ello la propuesta a la sociedad y al gobierno es darle un rumbo a esta etapa de gobierno en el área energética. El rumbo que sugerimos en un plan de corto y mediano plazo, debería estar basado en el desarrollo e inversión en las siguientes fuentes e infraestructura para el abastecimiento interno, sin orden de prioridad: 1) las hidroeléctricas actuales y las que están en construcción y en proyecto; la red de transmisión eléctrica en todo el país; 2) las centrales nucleares en funcionamiento, la concreción de la central a uranio enriquecido proyectada, la quinta central nuclear, proyecto nacional con tecnología CANDU, el CAREM y los demás proyectos nucleares en desarrollo; 3) el afianzamiento de la producción de los yacimientos de gas tradicionales y el no convencional, eventualmente coordinados a través de normas nacionales consensuadas, dirigidas a fortalecer el autoabastecimiento interno en primer lugar, exportando excedentes en forma subsidiaria. Para lo cual, es fundamental realizar los gasoductos necesarios ya; una política de almacenamiento para el aprovechamiento de la producción en el consumo invernal, sin modificar valores en ese período; y un modelo de precios de traslado al mercado ajustado a las necesidades nacionales primordialmente. Nos oponemos a una ley que ubique la exportación de gas como objetivo central de la misma, consolidando la dolarización de la energía. El crudo no necesita ley, ya que funciona bien con el esquema actual; 4) Mantener la actual política de promoción de las renovables, pero con base en el desarrollo de las tecnologías más eficientes y en su ejecución local, evitando la salida de divisas por vía de la importación de la mayor parte de los insumos que requiere esta fuente de energía eléctrica, y actualizando un camino que ordene sus precios para colaborar  en la baja del costo eléctrico a todo el país.

Esta propuesta sobre las fuentes e infraestructura de energía a considerar en esta etapa debe ordenarse con prioridades de inversión dirigidas a promover las tecnologías e industrias locales, el protagonismo de las pymes proveedoras de suministros en todas las etapas, y el objetivo central de aprovechar los recursos naturales energéticos para el desarrollo del consumo interno, poniendo el esfuerzo y los fondos en el valor agregado de esos recursos, en la industrialización, y también para utilizar los excedentes para la obtención de divisas, vía la exportación.

Invertir el orden de prioridad de esos objetivos es condenar al país a la permanente primarización de su economía, al atraso en el desarrollo autónomo de la misma, a la imposibilidad de la inversión necesaria en el crecimiento de la igualdad  del conjunto social argentino, convalidando de alguna manera los efectos nefastos de los recientes endeudamientos del país.

IESO – Instituto de Energía Scalabrini Ortiz – 29 de Noviembre 2021